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Cuidad de Hurlingham, Buenos Aires, Argentina
No todo lo que crees es falso, ni todo lo que ves es cierto...
Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, estas cenizas no juegan con fuego, este ciego no mira para atrás. Este notario firma lo que escribo, esta letra no la protestaré, ahórrate el acuse de recibo, estas vísperas son las de después. A este ruido tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón podrido de latir. Este pez ya no muere por tu boca, este loco se va con otra loca, estos ojos no lloran más por ti

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miércoles, 9 de febrero de 2011

El tiempo pasa, rápido sin descanso y te invita a conocer rostros, a sentir las situaciones del día a día, a vivir esas emociones que te marcan la vida. El tiempo siempre te trae sorpresas.
Nosotros caminamos sintiéndonos queridos, alegres, olvidados o abandonados a nuestra suerte. Felices, incrédulos, mareados de tanta sociedad, furiosos, ligeros tras una descarga de adrenalina, pero siempre caminamos. Los pasos que damos día tras día nos llevan a la incertidumbre del mañana.
Pero no nos da miedo caminar. ¿Por qué? Es una explicación que sabemos, quizás algunos vean que lo tienen que hacer para seguir adelante, por ellos mismos, porque si no estarían perdidos. Pero, ¿de dónde sacan la esperanza?
Si no sintiésemos, que, pasara lo que pasara, tuviéramos a alguien a nuestro lado, caminaríamos, no, vagaríamos como materias inertes sobre el asfalto.
Todos caminan. Todos deciden hacerlo.
El sentirse querido es algo que te llena el corazón, familiares, amigos, la pareja. Te llenan, aunque te falte de algún sitio, jamás te quedarás solo, porque aunque lo estés, la esperanza será el recuerdo de aquella plenitud que conseguiste con tan sólo ver que aquella persona, fuera quien fuera, era feliz, y te importaba.
Y dicho esto, recalco, como dice el título: siempre estaré ahí.

Hay personas que se desviven ayudando a los demás, quizás porque su vida es rutina y no les llena nada y el ayudar les gratifica (aunque esto último siempre pasa), quizá porque son felices y no les cuesta nada, pero recuerda, suavizar las penas de los demás es olvidar las propias.

Hemos de agradecer que en los momentos en que nuestros ojos se deshagan en lágrimas, nuestro corazón gima a punto de romperse y nuestro cuerpo tiemble asustado por la situación, que en esos momentos, una llamada, una mirada, un abrazo, un consuelo alentador, unas palabras que abrazan y de alguna manera protegen tu corazón del dolor, sentir que no estás solo, gracias a que se preocupan por ti.
Esto siempre sucede, los humanos somos inestables y no somos felices eternamente, por desgracia o por suerte.

Hay personas que no valoran esos hechos, pero luego no quieren estar solos.
Si has ayudado no esperes que te lo devuelvan.
Pero si te han ayudado, piensa en esa persona como alguien que decidió regalarte su tiempo porque no podía verte así, entonces demuestra que lo agradeces. Demuéstralo.

La vida es un ir y venir de situaciones, un baile de sonidos distantes, oyes tu presencia, pero más alejadas o menos, la de los demás, siempre están ahí, bailando al mismo son que tú, pero con diferentes movimientos.

Siéntete acompañado cuando camines, no estás solo.



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