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Cuidad de Hurlingham, Buenos Aires, Argentina
No todo lo que crees es falso, ni todo lo que ves es cierto...
Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, estas cenizas no juegan con fuego, este ciego no mira para atrás. Este notario firma lo que escribo, esta letra no la protestaré, ahórrate el acuse de recibo, estas vísperas son las de después. A este ruido tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón podrido de latir. Este pez ya no muere por tu boca, este loco se va con otra loca, estos ojos no lloran más por ti

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martes, 31 de mayo de 2011

La relación es uno de los misterios. Y, como existe entre dos personas, depende de ambas. Cuando dos personas se encuentran, se crea un mundo nuevo. Con sólo reunirse, un nuevo fenómeno adquiere existencia, sin haber estado antes, sin haber existido nunca antes. Y, a través de ese nuevo fenómeno, ambas personas
cambian y se transforman.
Sin relaciones, eres una cosa; con relaciones, te transformas de inmediato en otra cosa. Algo nuevo ha sucedido. Una mujer, al convertirse en amante, ya no es la misma mujer. Un hombre, cuando es padre, ya no es el mismo hombre. Un niño nace, pero dejamos completamente de lado un punto: en el momento en que nace el niño, también nace la madre. Ésta no existía antes. Existía la mujer, pero no la madre. Y la madre es algo absolutamente nuevo.
La relación es creada por ti, pero luego, a su vez, la relación te crea a ti. Dos personas se encuentran; esto quiere decir que dos mundos se encuentran. No es algo simple, sino muy complejo, de lo más complejo. Cada persona es un mundo en sí misma, un complejo misterio, con un largo pasado y un eterno futuro.
Al comienzo, sólo se reúnen las periferias. Pero, si la relación gana intimidad, se torna más cercana, más profunda, entonces, poco a poco, comienzan a unirse los centros. Cuando se unen los centros, se denomina amor. Cuando se encuentran las periferias, hablamos de “conocidos”. Muchas veces comienzas por llamar amor a tu “conocido”. Estás entrando en una falacia. Ese conocimiento no es el amor.
El amor es muy raro. Llegar al centro de una persona es pasar por una revolución interior porque, si quieres acceder al centro de una persona, tendrás que permitir que también ella acceda a tu centro. Deberás volverte vulnerable, absolutamente vulnerable, abierto. Es un riesgo. Permitir que alguien acceda a tu centro es riesgoso, peligroso, porque nunca sabes qué te hará esa persona. Y, una vez que se conocen todos tus secretos, una vez que lo que ocultas se descubre, una vez que estás completamente expuesto, nunca sabes
qué te hará la otra persona. Hay temor allí: por eso nunca nos abrimos.
Con sólo tener un “conocido”, pensamos que el amor se ha producido. Se unen sólo las periferias y creemos que nos hemos reunido. Tú no eres tu periferia. En realidad, la periferia es el límite en el cual terminas, sólo la cerca que te rodea; no coincide contigo. La periferia es el lugar donde tú terminas y el mundo comienza. Hasta los maridos y las esposas que han vivido juntos muchos años pueden no ser más que conocidos. Pueden no haber conocido al otro por completo. Y, cuanto más tiempo vives con alguien, tanto más olvidas que los centros no se han conocido.
Entonces, lo primero que es necesario comprender es que no hay que confundir el conocimiento con el amor.
Puedes hacer el amor, puedes tener un vínculo sexual, pero el sexo también forma parte de la periferia. Si los centros no se encuentran, el sexo es sólo la reunión de dos cuerpos, y el encuentro de dos cuerpos no es tu encuentro. Así, el sexo no es sino una relación de conocimiento: física, corporal, pero relación de conocimiento únicamente puedes permitirle a alguien acceder a tu centro cuando no estás asustado y no sientes pánico.
Entonces, te digo que hay dos tipos de vida: una, guiada por el miedo; otra, guiada por el amor. La vida que se guía por el miedo nunca puede conducirte a una relación profunda. Permaneces asustado, y al otro no se le puede permitir, no se lo puede autorizar a llegar hasta tu mismo centro. Dejas que el otro llegue hasta un punto, y luego se levanta una pared y todo se detiene.
La persona que se guia por el amor es el religioso. Una persona guiada por el amor es alguien que no le tiene miedo al futuro, que no le teme al resultado ni a las consecuencias, alguien que vive aquí y ahora.
No te preocupes por el resultado. Eso es lo que hace una mente, en este contexto, es conocimiento superficial, trato social, mera cercanía física que se guía por el miedo. No pienses en qué resultará de ello. Sólo quédate allí y actúa en forma íntegra. No calcules. Un hombre que se guía por el miedo está permanentemente calculando, planificando, haciendo arreglos, protegiéndose. Y así malgasta toda su vida.”
He oído la historia de un viejo monje zen. Estaba en su lecho de muerte. Había llegado su último día, y declaró que esa noche dejaría de existir. Entonces, los seguidores, los discípulos, los amigos comenzaron a llegar. Se reunía gente de lugares lejanos y remotos.
Si puedes estar en este momento, en este presente, con plenitud, sólo entonces podrás amar. El amor es un florecimiento extraño. Sólo sucede de vez en cuando. Millones y millones de personas viven con la falsa actitud de ser amantes. Creen que aman, pero se trata sólo de su creencia.
El amor es un florecimiento raro. A veces, sucede. Es raro porque sólo puede producirse cuando no hay temor; nunca antes. 
Cuando no tienes miedo, no hay nada que ocultar. Entonces, puedes estar abierto, puedes retirar todas las fronteras y puedes invitar al otro a entrar hasta tu centro mismo. Y recuerda: si permites que alguien penetre en ti tan profundamente, el otro te dejará penetrar en él o en ella pues, cuando le abres la puerta a alguien, se genera confianza. Cuando no tienes miedo, el otro pierde los temores.
En tu amor, siempre hay miedo. El marido teme a la esposa, y la esposa le teme al marido. Los amantes siempre están temerosos. Entonces, no se trata del amor, es sólo un acuerdo entre dos personas temerosas que dependen la una de la otra, peleando, explotando, manejando, controlando, dominando, poseyendo. Pero no es el amor.
El amor es difícil. Es necesario deshacerse del miedo. Y esto es lo extraño: que estás tan asustado y no tienes nada que perder.
Cuando se reúnen dos centros, hay amor. El amor es un fenómeno químico; igual que cuando se unen el hidrógeno y el oxígeno, y se crea algo nuevo: el agua. Puedes tener hidrógeno, puedes tener oxígeno pero, si tienes sed, no te servirán de nada. Puedes tener todo el oxígeno que quieras, todo el hidrógeno que quieras, pero la sed no se te pasará.
Cuando se reúnen dos centros, se crea algo nuevo. Eso nuevo es el amor. Es igual al agua. La sed de muchas, muchas vidas, se satisface. De repente, te pones contento. Ése es un índice visible del amor: te pones contento, como si hubieras conseguido todo. No hay nada que lograr ahora; has alcanzado el objetivo. No hay
más objetivos, el destino se ha cumplido. La semilla se ha transformado en flor: su florecimiento fue completo.
Un contento profundo es el signo visible del amor. Cada vez que una persona está enamorada, está profundamente contenta. El amor no se puede ver sino a través del contento, la profunda satisfacción que lo rodea… su misma respiración, cada uno de sus movimientos, su existencia misma: alegre.
Tal vez te sorprenda que afirme que el amor te deja sin deseo, pero que el deseo va con descontento. Deseas porque no tienes. Deseas porque piensas que, si tuvieras algo, serías feliz. El deseo se genera en el descontento. Cuando hay amor, y dos centros se encuentran, se disuelven y se fusionan, y nace una nueva sustancia química, hay alegría. Es como si toda la existencia se hubiera detenido: no hay movimiento.
Por eso te digo que el amor te dejará sin deseo. No tengas miedo, abandona tus temores, ábrete. Permite que otro centro acceda a tu centro interior. Renacerás a través de ello, se creará una nueva cualidad del ser. Si hay amor allí, tendrás verdaderamente por primera vez la sensación de que la existencia es divina y de que todo es una bendición. Pero hay que hacer mucho antes de que esto pueda suceder. Hay mucho que destruir antes de que esto pueda suceder. Debes destruir todo lo que genera barreras en ti.
 No dejes que el amor  sea sólo algo frívolo. No permitas que se transforme sólo en una ocupación de la mente. No permitas que se vuelva únicamente una satisfacción corporal. Haz de él una búsqueda interior, y toma al otro como un ayudante, como un amigo.

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